Ciberseguridad

Derechos sin conexión: Un análisis sobre derechos de la infancia y la adolescencia y su protección en el entorno digital

Dentro de la campaña #DerechosSinConexión, la organización Save the Children ha publicado un informe que analiza los derechos de la infancia y la adolescencia y su protección en el entorno digital, y que tiene como objetivo comprender como se relacionan con el entorno digital y cómo se puede garantizar que se cumplen todos sus derechos también en este ámbito, a la vez que están protegidos y protegidas frente a cualquier tipo de violencia. Así, el documento estudia cómo, por qué y para qué utilizan internet y las redes sociales los niños, niñas y adolescentes: el número de horas, el tipo de contenidos, cómo se sienten cuando navegan y si están preparados para enfrentarse a los riesgos y retos que plantea el entorno digital.

La investigación, que ha contado con encuestas a 3.315 adolescentes de 14 a 17 años en España y en entrevistas con cinco grupos de discusión formados por niños, niñas y adolescentes con representación de edades de entre 10 y 17 años. También hemos querido conocer qué opinan distintas personas expertas y profesionales del sector, desde trabajadoras sociales a creadores de servicios web, para abordar esta realidad desde la visión más amplia posible y plantear recomendaciones que tengan en cuenta todas estas perspectivas.

Exceso de conexión

En este apartado, nos encontramos con una contradicción clara: los y las adolescentes refieren no pasar tanto tiempo en Internet, o pasar un tiempo que consideran normal, pero sí estar enganchados al móvil. Respecto a este mismo enganche, refieren poder estar sin el móvil, pero sienten intranquilidad cuando lo oyen sonar, y solo lo dejan cuando algo o alguien se lo prohíbe (clase o normas familiares), no tiene cobertura o hay otra actividad que los mantiene ocupados. Es más, forma parte de su socialización habitual, incluso en contextos de presencialidad. Así, dejar el móvil no es voluntario. Por ello, los mensajes que se quieran lanzar y la sensibilización relativa a un excesivo uso de Internet y redes sociales, debe relacionarse con el móvil, no con conceptos amplios como Internet, y partir de la base de que no son conscientes de este enganche ni del tiempo real que pasan conectados.

¿Por qué se produce este enganche? No hay una única explicación. La necesidad de mantener una identidad y presencia digitales, la pertenencia al grupo que se extiende a lo digital, el propio diseño de las aplicaciones que busca una mayor y mejor interacción del usuario, la normalización del uso del dispositivo para casi cualquier actividad… Todas ellas son causas de este uso desmedido, no solo en adolescentes, sino en personas adultas.

Nativos vs. Huérfanos digitales

El hecho de haber denominado a estas generaciones como “nativos digitales” también ha hecho que no se trabaje en una formación del uso y consumo de dispositivos y redes, dando por hecho que un uso casi intuitivo es igual a un uso responsable. Estos nativos digitales son, también, huérfanos digitales, lo que implica que, a pesar de no tener todos los conocimientos, asuman (y hayamos asumido los adultos) que no les queda nada por aprender, lo que resulta un obstáculo a la hora de enseñar herramientas para la autoprotección. Es esencial recordar que un uso responsable de las tecnologías también está relacionado con el respeto al resto de usuarios y la relación en positivo en el entorno digital.

Seguridad online

Respecto a la seguridad online y los riesgos, su discurso se mueve entre el considerarse lo suficientemente protegidos frente a los mismos, y el normalizar la asunción de determinados riesgos. Dicen saber cómo actuar en estos casos, siendo el bloqueo de contactos o cerrar las redes una solución clara, aunque esta última supone una pérdida de la identidad online que pesa demasiado en el coste-beneficio de su socialización.

De hecho, este elemento es clave en la violencia online: cuando la denuncia de una violencia puede implicar la renuncia a la “vida digital” (entregar dispositivos y contenidos a autoridades, cambiar de cuentas, de perfiles…), se cuestiona si merece la pena.

Pese a que el perfil de víctima se desdibuja, ampliándose las tipologías y perfiles, las chicas tienen un mayor nivel de victimización en general. Esta violencia en redes toma la forma de sexualización, acoso, control… Y son la mayoría de las víctimas en los delitos arriba referidos.

El papel de las familias

En el relato de chicos y chicas, la relación de sus familias con su vida e identidad digitales, está basada en la fiscalización y en el control, no en compartir momentos de conexión o acompañamiento. Probablemente esta actitud venga guiada por el desconocimiento y por el miedo, pero abre la oportunidad a que las familias se formen e informen y establezcan otras conductas con sus hijos e hijas.

Curiosamente, a pesar de rechazar la fiscalización para sí mismos, pues consideran que ya tienen las herramientas necesarias para una vida digital sin riesgos, sí defienden que estos controles existan para niños más pequeños.

Además, es importante señalar que a esta fiscalización y control muchas veces la acompaña un ejemplo contradictorio, pues somos las personas adultas quienes hacemos también un uso continuado de dispositivos móviles y digitales, normalizando su uso en todos los ámbitos de la vida, y quienes les exponemos a pantallas y les proporcionamos los dispositivos.

Desigualdad de género

Frente a discursos e inercias sociales que buscan la igualdad de género, en el entorno digital la construcción y tratamiento de la mujer se basa en la heteronormatividad y el patriarcado, y los, estereotipos de género. La sexualización de niñas, adolescentes y mujeres, los comportamientos de pareja tóxicos, micromachismos, espacios de ocio y crítica a la no normatividad, están presentes en las redes y contenidos que consumen los y las adolescentes.

Además, existen diferencias entre chicos y chicas respecto a lo que utilizan y consumen online. Ellas siguen trucos de belleza y de imagen, lo que las enfrenta a cánones de belleza inalcanzables, a la cosificación de sus cuerpos, también tienen un mayor interés en conocer a gente nueva, con el riesgo que esto puede conllevar. Ellos están más presentes en chats privados de más difícil control y en espacios de luego, que con facilidad pueden derivar en apuestas.

En sus identidades digitales, ellos cada vez presentan actitudes más radicales, con comportamientos altamente machistas, y ellas exponen su vida íntima y su cuerpo, con un alto nivel de sexualización. Es preocupante que estas influencias de la socialización online traspasen a las interacciones y relaciones en el mundo físico.

Fuente: Save the Children – Actualidad


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