Desde principios de 2021, cinco socios – European Network for the Work with Perpetrators of Domestic Violence, Fundación Blanquerna, Kaspersky, Una Casa per l’Uomo y Regione del Veneto- han unido sus fuerzas para trabajar en el proyecto de la Unión Europea «DeStalk«, apoyado por la Comisión Europea a través de su Programa de Derechos, Igualdad y Ciudadanía.
DeStalk aborda los problemas de la ciberviolencia y el stalkerware que representan formas nuevas, extendidas y ocultas de violencia de género (GBV por sus siglas en inglés). El stalkerware es un software disponible en el mercado que se utiliza para espiar en secreto la vida privada de otra persona a través de un dispositivo inteligente. En un plazo de dos años, el equipo europeo del proyecto, formado por destacados expertos en violencia de género y ciberseguridad, desarrollará conjuntamente el contenido formativo y, a continuación, formará a los profesionales de los servicios de apoyo a las víctimas y de los programas para agresores en los servicios sanitarios y sociales. Asimismo, capacitará a los principales interesados de las autoridades regionales y gobiernos para aumentar la concienciación del público en general y tomar medidas contra la ciberviolencia.
«Al asumir el liderazgo de la coordinación del proyecto DeStalk, el grupo de investigación de Parejas y Familia de la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte (Blanquerna) se compromete a poner freno a la violencia de género dentro de estas nuevas y aún desconocidas herramientas y medios, que tienen lugar en la red pero que producen daños reales en nuestras comunidades«, afirma la Dra. Berta Vall, profesora asociada de Blanquerna. «Estamos abordando el tema con un enfoque innovador y un sólido consorcio de múltiples partes interesadas, dando continuidad y nuevos desarrollos a nuestro esfuerzo en materia de igualdad de género y prevención de la violencia de género«.
Violencia de género y abuso online
En Europa, siete de cada diez mujeres que han sufrido ciberacoso, también han sufrido al menos una forma de violencia física o sexual por parte de su pareja. Asimismo, el 71% de los maltratadores domésticos vigilan las actividades online de las mujeres, y el 54% rastrea los teléfonos móviles de las víctimas con software de stalkerware. En 2019, Kaspersky detectó un aumento interanual del 67% del uso de stalkerware en los dispositivos móviles de sus usuarios a nivel global, siendo los países europeos más afectados Alemania, Italia y Francia2. Kaspersky publicará el análisis de los resultados de 2020 a finales de mes.
«El análisis preliminar de los datos de 2020 muestra que la situación no ha mejorado mucho con respecto a 2019. El número de personas afectadas por el stalkerware está más o menos en el mismo nivel que el año anterior. Por supuesto, puede explicarse por la creciente integración de las tecnologías en nuestras vidas. Tristemente, el software utilizado para acosar se está convirtiendo en algo común y en una forma más de violencia de pareja. Más triste aún es que este tipo de software tenga carácter legal. Es bastante difícil luchar contra el stalkerware utilizando únicamente herramientas tecnológicas. Sin embargo, sería de gran ayuda que los profesionales y los usuarios fueran conscientes de que el stalkerware existe, supieran reconocer las señales de que este software está instalado en sus dispositivos y tuvieran claro cómo actuar«, comenta Alfonso Ramírez, Director General de Kaspersky España.
La capacidad de la red es clave
El proyecto DeStalk desarrollará una estrategia a varios niveles con tres hitos clave. Lo más importante es que el equipo del proyecto creará un paquete de aprendizaje online sobre la ciberviolencia y el stalkerware, disponible en la mayoría de los idiomas europeos y dirigido a profesionales y responsables políticos. Además, el consorcio actualizará y probará las herramientas existentes para los profesionales que trabajan en los servicios de apoyo a las víctimas y en los programas para agresores. Por último, pero no por ello menos importante, se pondrá a prueba una campaña piloto regional de sensibilización combinada con unas directrices de reproducción para su uso por las distintas partes interesadas estratégicas.
«Los efectos de la ciberviolencia sobre las mujeres y las niñas son devastadores, lo consumen todo, no tienen fin, porque forman parte de un continuo de violencia (offline y cibernética) que las priva de su libertad«, apunta Alessandra Pauncz, Directora Ejecutiva de la Red Europea de WWP.
La formación online, a la que asistirán 200 profesionales, permitirá que los expertos conozcan a fondo la ciberviolencia y los programas de stalkerware. Esto tendrá un impacto indirecto pero muy significativo para ayudar a miles de víctimas y a quienes trabajan con los responsables/autores de la ciberviolencia. Además, el proyecto piloto de formación regional mejorará la capacidad y la cooperación entre los servicios de apoyo a las víctimas y los programas para agresores, lo que tendrá un efecto duradero y replicable para cientos de personas en tratamiento.
Elena Gajotto, directora de proyectos de Una Casa per l’Uomo, señaló: «Desgraciadamente, el stalkerware y la ciberviolencia se suelen pasar por alto en el trabajo diario sobre la violencia de género. Actualmente no se abordan en la mayoría de los programas de tratamiento de los agresores ni en los servicios de apoyo a las víctimas, debido a la falta de formación específica y de herramientas adecuadas para tratar este fenómeno. Por ello, uno de los ejes de nuestro trabajo será la revisión y adaptación sistemática de todos los materiales que los profesionales utilizan a diario con los agresores y las víctimas, para dotarles de un conjunto de herramientas eficaces para abordar el acoso y la ciberviolencia«.
La concienciación y el compromiso para hacer frente a la ciberviolencia se harán más patentes entre las autoridades que participen en la formación online y en el proyecto piloto que llegará directamente a unos 700 profesionales. Las mesas redondas permitirán a los expertos y a los funcionarios públicos compartir su experiencia y redactar directrices para la reproducción a escala europea de otras campañas territoriales contra la ciberviolencia.
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